martes, 7 de junio de 2011

El Payaso Gus

Este producto puede ser nocivo para su mente                    Letras Prohibidas (L P)


El Payaso Gus
            Escuchaba la canción “payaso” interpretada por José José, acostado, observando su vestuario, pensaba. “Uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser”, repetía esa frase constantemente en su cabeza; nunca tuvo otra opción, es la cuarta generación en su familia que se dedica al oficio de entretener y divertir a los infames infantes, como él decía.
            Gus el payaso era su nombre artístico. Se levantó y comenzó a vestirse para ir a trabajar, “es verdad, soy un payaso” entonado se lo dijo al espejo mientras se maquillaba; después comenzó la canción de “payaso” cantada por Javier Solís, “ante la gente oculto mi derrota” cantaba Gus a todo pulmón.
            Lo que más odiaba Gustavo era que la gente se riera de él, más si los malignos mocosos se aprovechaban para burlarse y, en ocasiones, le arrojaban objetos, eso no lo toleraba, pero era el trabajo que su familia le había predestinado. “Payaso, soy un triste payaso”, cantaba y repasaba mentalmente la interpretación que haría en la fiesta infantil. No tuvo opción de cambiar de oficio o de estudiar, así que simplemente aguantaba y toleraba su gran desdicha, hasta ese día.
            Siempre se maquillaba con la imagen del payaso triste, pero hoy no, hoy decidió colocar una gran sonrisa y expresar una inmensa alegría en el rostro maquillado, pensaba que hoy sería “su” fiesta. Revisó la maleta donde guardaba todos los trucos y sorpresas para el show, aunque, verdaderamente, no quería olvidar las nuevas “sorpresas” que adquirió semanas antes; cerró la maleta y salió de su departamento.
            Ya en su actuación observaba cómo los pequeños infames demonios se burlaban de él; a la distancia escuchó un “¡ah, qué payaso!” en tono despectivo, no lo soportó más, se dirigió al diabólico público y dijo, “jugaremos a los narcos”, eufóricos los pequeños gritaron “¡sí!” El payaso Gus comenzó a arrojar objetos redondos pintados de colores por todo el lugar, algunos niños los agarraron sin saber qué eran; todos los presentes de la fiesta murieron por varias explosiones producidas por las granadas que había arrojado el payaso Gus, también fue su última presentación.

domingo, 22 de mayo de 2011

Cómo conocí a mi iniciador en la narrativa y poesia...

Hacía muchos años ya que tenía la espina de escribir. Pero ese ser que no se ve, el que nos controla más de lo que nos imaginamos o somos conscientes, me lo había estado impidiendo. Durante varios años lo dejé que tomara las decisiones que me hacían NO avanzar, las decisiones que me dejaban con ese falso sentimiento de "todo está bien, no es necesario hacer algo más".
Tuve un par de intentos por hacer algo al respecto pero al final, el ser que nos tiene bien atrapados me convencía con muy poco esfuerzo de su parte.
-Quédate como estás, así estas bien.- Me decía constantemente.
Yo siendo su amable esclavo le hacía caso total y sin cuestionarme su autoridad que con el tiempo uno le va dando.
Hace algunas semanas tuve esa suerte que el destino forja, de ir a un bar irlandés a hacer una de las cosas que más me gusta en la vida, probar cervezas nuevas, cervezas que tengan cuerpo y sabores fuertes. El destino por medio de mi aparente voluntad me hizo sentar en una mesa en que me tocó conocer a un escritor.
Entre algunas jarras de cerveza y charlas interesantes salió después de algún buen trago el comentario de a lo que se dedica este hombre, lo cual me llamó la atención pues por alguna razón el ser que me controla no pudo en esa ocasión hacerme de la vista gorda ante el comentario de quien disfrutaba de una buena jarra de cerveza obscura.
Los días pasaron y volví a topar al escritor, las copas de vino tinto que eran el anfitrión de la garganta en esta ocasión, chocaban delicadamente con frecuencia en alguna casona vieja de la colonia francesa, aquí en Guadalajara. Las charlas en esta ocasión eran de carácter esotérico con mucha vida y mucho por compartir en palabras perfectamente entendidas pero rebuscadas, técnicas. Y así entre un estimulo mental y otro, se pasaron las horas pintadas por el liquido color sangre.
Al final, cuando prácticamente el grupo se vio reducido a la mitad, Héctor y yo tomamos la platica acerca de la narrativa, le manifesté mi interés por escribir..
-Llevo dos semanas que estoy dando un taller de narrativa- Me comentó.
-¿Y hace cuanto nos conocimos? Pregunté yo, a lo que él me respondió con un gesto como diciendo "El destino no deja ni para de jugar con todos nosotros".
-Hace dos semanas.
Eventualmente se abrió otro grupo y por fin entré a ese taller de narrativa.
Debo agregar que Héctor imparte un taller de narrativa en base a casos "limítrofes".
Los casos limítrofes se refieren a los que no están del todo claro si es un cuento, si es una canción, si es una noveleta, si es una novela... Son casos en que parece que están fusionados uno o más elementos de la escritura, de la narrativa.